¿Deseas elevarse? Comienza descendiendo. ¿Planeas construir una torre que atraviese las nubes? Establece primero los cimientos de la humildad.
1.
Si se humillare mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
2.
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
3.
Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.