El alma del perezoso anhela y no recibe nada, mientras que el alma del diligente es ricamente provista.
1.
Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida:
2.
Y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.
3.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
4.
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; á fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo que basta, abundéis para toda buena obra: