A ESTO también se espanta mi corazón, Y salta de su lugar.
1.
A ESTO también se espanta mi corazón, Y salta de su lugar.
2.
Oid atentamente su voz terrible, y el sonido que sale de su boca.
3.
Debajo de todos los cielos lo dirige, Y su luz hasta los fines de la tierra.
4.
Después de ella bramará el sonido, Tronará él con la voz de su magnificencia; Y aunque sea oída su voz, no los detiene.
5.
Tronará Dios maravillosamente con su voz; El hace grandes cosas, que nosotros no entendemos.
6.
Porque á la nieve dice: Desciende á la tierra; También á la llovizna, Y á los aguaceros de su fortaleza.
7.
Así hace retirarse á todo hombre, Para que los hombres todos reconozcan su obra.
8.
La bestia se entrará en su escondrijo, Y estaráse en sus moradas.
9.
Del mediodía viene el torbellino, Y el frío de los vientos del norte.
10.
Por el soplo de Dios se da el hielo, Y las anchas aguas son constreñidas.
11.
Regando también llega á disipar la densa nube, Y con su luz esparce la niebla.
12.
Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, Para hacer sobre la haz del mundo, En la tierra, lo que él les mandara.
13.
Unas veces por azote, otras pos causa de su tierra, Otras por misericordia las hará parecer.
14.
Escucha esto, Job; Repósate, y considera las maravillas de Dios.
15.
¿Supiste tú cuándo Dios las ponía en concierto, Y hacía levantar la luz de su nube?
16.
¿Has tú conocido las diferencias de las nubes, Las maravillas del Perfecto en sabiduría?
17.
¿Por qué están calientes tus vestidos Cuando se fija el viento del mediodía sobre la tierra?
18.
¿Extendiste tú con él los cielos, Firmes como un espejo sólido?
19.
Muéstranos qué le hemos de decir; Porque nosotros no podemos componer las ideas á causa de las tinieblas.
20.
¿Será preciso contarle cuando yo hablaré? Por más que el hombre razone, quedará como abismado.
21.
He aquí aún: no se puede mirar la luz esplendente en los cielos, Luego que pasa el viento y los limpia,
22.
Viniendo de la parte del norte la dorada claridad. En Dios hay una majestad terrible.
23.
El es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en potencia; Y en juicio y en multitud de justicia no afligirá.
24.
Temerlo han por tanto los hombres: El no mira á los sabios de corazón.
25.
Y RESPONDIO Jehová á Job desde un torbellino, y dijo:
26.
¿Quién es ése que oscurece el consejo Con palabras sin sabiduría?
27.
Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y hazme saber tú.
28.
¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? Házme lo saber, si tienes inteligencia.
29.
¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
30.
¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular,
31.
Cuando las estrellas todas del alba alababan, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?
32.
¿Quién encerró con puertas la mar, Cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre;
33.
Cuando puse yo nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad.
34.
Y establecí sobre ella mi decreto, Y le puse puertas y cerrojo,
35.
Y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, Y ahí parará la hinchazón de tus ondas?
36.
¿Has tu mandado á la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,
37.
Para que ocupe los fines de la tierra, Y que sean sacudidos de ella los impíos?
38.
Trasmúdase como lodo bajo de sello, Y viene á estar como con vestidura:
39.
Mas la luz de los impíos es quitada de ellos, Y el brazo enaltecido es quebrantado.
40.
¿Has entrado tú hasta los profundos de la mar, Y has andado escudriñando el abismo?
41.
¿Hante sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte?
42.
¿Has tú considerado hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.
43.
¿Por dónde va el camino á la habitación de la luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas?
44.
¿Si llevarás tú ambas cosas á sus términos, Y entenderás las sendas de su casa?
45.
¿Sabíaslo tú porque hubieses ya nacido, O porque es grande el número de tus días?
46.
¿Has tú entrado en los tesoros de la nieve, O has visto los tesoros del granizo,
47.
Lo cual tengo yo reservado para el tiempo de angustia, Para el día de la guerra y de la batalla?
48.
¿Por qué camino se reparte la luz, Y se esparce el viento solano sobre la tierra?
49.
¿Quién repartió conducto al turbión, Y camino á los relámpagos y truenos,
50.
Haciendo llover sobre la tierra deshabitada, Sobre el desierto, donde no hay hombre,
51.
Para hartar la tierra desierta é inculta, Y para hacer brotar la tierna hierba?
52.
¿Tiene la lluvia padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?
53.
¿De qué vientre salió el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?
54.
Las aguas se endurecen á manera de piedra, Y congélase la haz del abismo.
55.
¿Podrás tú impedir las delicias de las Pléyades, O desatarás las ligaduras del Orión?
56.
¿Sacarás tú á su tiempo los signos de los cielos, O guiarás el Arcturo con sus hijos?
57.
¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?
58.
¿Alzarás tú á las nubes tu voz, Para que te cubra muchedumbre de aguas?
59.
¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y diránte ellos: Henos aquí?
60.
¿Quién puso la sabiduría en el interior? ¿O quién dió al entendimiento la inteligencia?
61.
¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,
62.
Cuando el polvo se ha convertido en dureza, Y los terrones se han pegado unos con otros?
63.
¿CAZARAS tú la presa para el león? ¿Y saciarás el hambre de los leoncillos,
64.
Cuando están echados en las cuevas, O se están en sus guaridas para acechar?
65.
¿Quién preparó al cuervo su alimento, Cuando sus pollos claman á Dios, Bullendo de un lado á otro por carecer de comida?
66.
¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?
67.
¿Contaste tú los meses de su preñez, Y sabes el tiempo cuando han de parir?
68.
Encórvanse, hacen salir sus hijos, Pasan sus dolores.
69.
Sus hijos están sanos, crecen con el pasto: Salen y no vuelven á ellas.
70.
¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?
71.
Al cual yo puse casa en la soledad, Y sus moradas en lugares estériles.
72.
Búrlase de la multitud de la ciudad: No oye las voces del arriero.
73.
Lo oculto de los montes es su pasto, Y anda buscando todo lo que está verde.
74.
¿Querrá el unicornio servirte á ti, Ni quedar á tu pesebre?
75.
¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?
76.
¿Confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza, Y le fiarás tu labor?
77.
¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, Y que la allegará en tu era?
78.
¿Diste tú hermosas alas al pavo real, O alas y plumas al avestruz?
79.
El cual desampara en la tierra sus huevos, Y sobre el polvo los calienta,
80.
Y olvídase de que los pisará el pie, Y que los quebrará bestia del campo.
81.
Endurécese para con sus hijos, como si no fuesen suyos, No temiendo que su trabajo haya sido en vano:
82.
Porque le privó Dios de sabiduría, Y no le dió inteligencia.
83.
Luego que se levanta en alto, Búrlase del caballo y de su jinete.
84.
¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho?
85.
¿Le intimidarás tú como á alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable:
86.
Escarba la tierra, alégrase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas:
87.
Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada.
88.
Contra él suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica:
89.
Y él con ímpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina;
90.
Antes como que dice entre los clarines: ­Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y la vocería.
91.
¿Vuela el gavilán por tu industria, Y extiende hacia el mediodía sus alas?
92.
¿Se remonta el águila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido?
93.
Ella habita y está en la piedra, En la cumbre del peñasco y de la roca.
94.
Desde allí acecha la comida: Sus ojos observan de muy lejos.
95.
Sus pollos chupan la sangre: Y donde hubiere cadáveres, allí está.