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Parte 2
Jesús le Devuelve la Vista a un Ciego
El milagro de Jesús devolviendo la vista a un ciego se registra en varios relatos a lo largo de los Evangelios, pero uno de los sucesos más detallados y conocidos se encuentra en Juan 9:1-12.
Mientras Jesús caminaba con sus discípulos, se encontraron con un hombre que había sido ciego de nacimiento. Los discípulos le preguntaron a Jesús: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para haber nacido ciego?" Jesús respondió: "Ni éste ni sus padres pecaron, sino que esto sucedió para que las obras de Dios se manifiesten en él".
Dicho esto, Jesús escupió en tierra e hizo un poco de barro con su saliva. Luego untó barro sobre los ojos del ciego y le dijo: "Ve a lavarte en el estanque de Siloé". El hombre obedeció y fue al estanque, se lavó los ojos y volvió viendo.
La milagrosa recuperación de la vista asombró a las personas que conocieron al ex ciego. Algunos se mostraron escépticos, no lo reconocieron y se preguntaron si en realidad era la misma persona. Sin embargo, insistió en que él era el mendigo ciego que conocían y que ahora había recuperado la vista.
La noticia de la curación se difundió rápidamente y el hombre fue llevado ante los fariseos, los líderes religiosos de la época. Le preguntaron cómo había recuperado la vista. El hombre contó los acontecimientos a medida que se desarrollaban, describiendo el acto de Jesús de hacer barro, aplicárselo a los ojos y ordenarle que se lavara en el estanque. Este incidente ocurrió en el día de reposo, lo que provocó una mayor controversia entre los fariseos.
Incapaces de negar la realidad del milagro, algunos de los fariseos argumentaron que Jesús no podía ser de Dios porque había realizado el milagro en sábado. Otros estaban divididos en sus opiniones. Para investigar más a fondo, llamaron a los padres del hombre, quienes confirmaron que su hijo efectivamente nació ciego, pero no proporcionaron más información.
Los fariseos llamaron al hombre una vez más y le exigieron que diera gloria a Dios denunciando a Jesús como pecador. El hombre, lleno de nueva vista y fe, declaró con valentía: "Si es pecador o no, no lo sé. Una cosa sí sé. ¡Estaba ciego pero ahora veo!"
Enojados por su respuesta, los fariseos expulsaron al hombre de la sinagoga. Sin embargo, Jesús buscó al hombre y se reveló como el Hijo de Dios. El ex ciego adoró a Jesús, reconociendo su divinidad.
Este milagro de Jesús devolviendo la vista a un ciego no solo demostró su poder compasivo para curar dolencias físicas sino que también simbolizó la ceguera espiritual de la humanidad y el poder transformador de la fe. Desafió la comprensión y la autoridad de los líderes religiosos al tiempo que revelaba a Jesús como la luz del mundo, capaz de dar vista no sólo a los ojos físicos sino también a los ojos del corazón.