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Parte 18
Rey del Futuro
Esperando con E xpectación
Jesús encarna no solo la figura histórica que honró la Tierra como nuestro Salvador, sino también el Rey esperado que regresará resplandeciente en gloria. La anticipación de Su segundo advenimiento está llena de profunda esperanza y expectación en los corazones de los creyentes.
En su papel futuro como Rey reinante, se describe a Jesús como la máxima autoridad y gobernante sobre toda la creación. Él establecerá un reino caracterizado por la rectitud, la justicia y la paz. Este reino a menudo se conoce como el Reino de Dios o el Reino de los Cielos.
Como Rey, Jesús traerá el cumplimiento del plan divino de Dios, restaurando todas las cosas a su estado previsto de perfección. Él reinará con poder y soberanía absolutos, poniendo fin al mal y estableciendo una nueva era de armonía y orden divino.
Durante Su reinado, Jesús juzgará a los vivos ya los muertos, separando a los que lo han aceptado como Señor y Salvador de los que lo han rechazado. Los creyentes entrarán en la plenitud de la vida eterna en Su presencia, mientras que aquellos que lo han rechazado enfrentarán las consecuencias de sus decisiones.
Un Mundo Totalmente Nuevo
A lo largo de nuestro viaje en la Tierra, nuestra comprensión permanece confinada. Captamos el ámbito físico, los aspectos tangibles de la vida, como la ropa, los vehículos, las personas y las finanzas, pero el ámbito espiritual escapa a nuestra percepción. En el dominio celestial, se revelará la realidad del reino espiritual. En ese reino, Jesucristo reinará como un Rey compasivo, mientras Dios enjugará con ternura toda lágrima de nuestros ojos. Nuestro desafío actual radica en amar y servir a Cristo de todo corazón en medio de la incertidumbre del ámbito temporal, incluso cuando nuestros actos virtuosos no sean recompensados de inmediato. Sin embargo, nos embarcamos en este esfuerzo con el conocimiento de que el mismo Cristo a quien admiramos profundamente durante la temporada navideña finalmente ascenderá como Rey de Reyes y Señor de Señores. Como fue profetizado: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre sus hombros. Y se llamará Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. su imperio y su paz no tendrán fin" (Isaías 9:6-7).
Este es el Jesús que Adoramos Fervientemente
Él, que caminó por el camino de la humanidad, impartió enseñanzas, derramó amor, trajo sanidad y cuidó de las multitudes. Con la mayor disposición, se ofreció a sí mismo como sacrificio para proveer salvación por nuestras ofensas. Es este mismo Cristo quien un día regresará como el Soberano Supremo, reinando como Rey de Reyes y Señor de Señores. Su reino, marcado por el amor, la paz y la alegría ilimitados, permanecerá por la eternidad. Que nosotros, por lo tanto, le dediquemos nuestra adoración sin reservas, a partir de este mismo momento.