Tomás es conocido como el "escéptico" porque dudó de la muerte y resurrección de Jesús por un tiempo después de su resurrección. Cuando los otros discípulos le dijeron que Jesús había resucitado, él dijo que no lo creería a menos que hubiera visto y tocado las heridas de Jesús (Juan 20:24-29).

Una semana después, Jesús se aparece nuevamente a los discípulos, incluido Tomás. Jesús invitó a Tomás a ver por sí mismo las heridas en sus manos y costillas para verificar su resurrección. Cuando Tomás vio a Jesús, creyó profundamente y lo llamó "¡Señor mío y Dios mío!" (Juan 20:28)

Como discípulo de Jesús, Tomás participó en la misión de difundir el Evangelio de Jesús. Aunque no tenemos mucho registro de sus acciones específicas, él, junto con otros discípulos, recibió el mandato de hacer discípulos a todas las naciones (Mateo 28:19).

Según la tradición, Tomás predicó el evangelio en Asiria, India, y allí fue martirizado. Más tarde se le conoció como "Tomás de Canaán".

A través de la historia de Thomas, aprendemos que incluso las personas más escépticas pueden fortalecerse con la experiencia y la confirmación de la verdad. Su proceso de duda y creencia nos recuerda explorar activamente, buscar la verdad y mantener una mente abierta a la obra de Dios.