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Parte 7
Jesús Sanando al Paralítico
El milagro de Jesús sanando al paralítico es un evento bien conocido y poderoso que está registrado en los tres evangelios sinópticos: Mateo (Mateo 9:1-8), Marcos (Marcos 2:1-12) y Lucas (Lucas 5: 17-26).
Un día, Jesús estaba enseñando en una casa de Cafarnaúm y se había reunido una gran multitud para escucharlo. Entre los oyentes se encontraba un hombre paralítico que era llevado por cuatro amigos en una colchoneta. Estaban decididos a llevarlo a Jesús, creyendo que él podría sanarlo.
Sin embargo, debido a la multitud, no encontraron la manera de entrar a la casa donde estaba Jesús. Sin inmutarse, los hombres decidieron subir al techo, que estaba hecho de ramas de paja y barro, y comenzaron a quitar las tejas. Luego bajaron al paralítico por el agujero que habían hecho, justo delante de Jesús.
Al ver su fe y determinación, Jesús se conmovió. Miró al paralítico y le dijo: "Ánimo, hijo mío, tus pecados te son perdonados". Esta declaración sorprendió a los maestros religiosos presentes, ya que sólo Dios tenía la autoridad para perdonar los pecados. Acusaron a Jesús de blasfemia en sus corazones, considerándolo una ofensa contra Dios.
Jesús, al ver sus pensamientos, les respondió preguntándoles qué era más fácil: decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda". Entonces se volvió hacia el paralítico y le dijo: "Levántate, toma tu camilla y vete a casa".
Inmediatamente, en presencia de todos, el paralítico se levantó, tomó su camilla y salió. La multitud estaba asombrada, glorificando a Dios por el increíble milagro que habían presenciado. El paralítico, ahora sanado, se regocijó y alabó a Dios por su nueva libertad.
Este milagro no sólo demostró la autoridad de Jesús para perdonar pecados sino también su poder para curar dolencias físicas. Reveló a Jesús como el Mesías, el que vino a traer restauración espiritual y física a la vida de las personas. También destacó la importancia de la fe, la perseverancia y la compasión de los amigos que llevaron al paralítico a Jesús.
La curación del paralítico sirve como testimonio del poder transformador de las palabras y acciones de Jesús. Muestra que ninguna condición está más allá de su capacidad de curar y que él se preocupa por el bienestar completo de las personas, tanto de sus necesidades físicas como espirituales.
Este milagro continúa inspirando fe y esperanza, recordándonos que Jesús tiene el poder de sanar y restaurar en formas que sobrepasan nuestro entendimiento. Nos anima a llevarle nuestras cargas y desafíos, confiando en su compasión y autoridad para lograr cambios milagrosos en nuestras vidas.