Jesús comenzó su ministerio llamando a personas para que fueran sus discípulos. Se acercó a los pescadores Simón Pedro y su hermano Andrés, diciendo: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres". Inmediatamente dejaron sus redes y lo siguieron.

Continuando por la orilla, Jesús vio a Santiago ya Juan, los hijos de Zebedeo, que remendaban sus redes. Los llamó, y ellos también dejaron a su padre y la barca para seguirlo.

Luego, Jesús se encontró con un recaudador de impuestos llamado Leví, también conocido como Mateo, sentado en su puesto de impuestos. Jesús dijo: "Sígueme", y Levi se levantó y lo siguió, dejando todo atrás.

Mientras Jesús viajaba, escogió a doce hombres de entre sus seguidores para que fueran sus discípulos más cercanos. Estos doce a menudo se conocen como los Doce Apóstoles. Los Evangelios mencionan sus nombres: Simón Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Zelote y Judas Iscariote.

Jesús pasó tiempo enseñando y entrenando a sus discípulos, compartiendo profundas enseñanzas, realizando milagros y demostrando amor compasivo por todas las personas. Los discípulos fueron testigos de su autoridad, poder y profunda conexión con Dios.

Acompañaron a Jesús en sus viajes, presenciando curaciones, exorcismos y la alimentación de las multitudes. Hicieron preguntas y buscaron orientación, creciendo en su comprensión de su misión y mensaje.

Después de la resurrección de Jesús, se apareció a sus discípulos varias veces, fortaleciendo su fe y comisionándolos para difundir sus enseñanzas por todo el mundo. Se convirtieron en figuras prominentes en la comunidad cristiana primitiva, compartiendo el evangelio y estableciendo iglesias.